Una puerta prohibida#

Os cuento un poquito de mi y a continuación el poema.

Me inicie en el mundo de la poesía desde que tuve uso de razón,sin saber hacia dónde me dirigía. La musa solo sentía la necesidad de plasmar en papel lo que mi carne vivía. Una profesora le dijo a mis padres. Mari Carmen tiene mucha fantasía, escribe cosas raras. La poesía no es solo del doctorado, todo el que lleva la musa, puede versar bajo su tejado. Mi mejor obra no se vende, Son mis tres hijos.No hay poesía que los supere. Siempre seré su madre; pero, Carmen Silza puede ser más cosas... Mi musa es una aprendiz de la vida. Soy el rosal que renace y muere. El junco que no se deja arrastrar por un mal aire. Un amanecer de mirlos y ruiseñores, los que abren mi frente, ventana de colores. No soy poeta, ni poetisa, ni druida, ni papisa. Soy una más, inspirada por la vida. Una flor silvestre, que cae y se levanta, renace y muere. Pues de mis ropajes de dolor soy galena y paciente. Todos los días me pregunto ¿La musa volverá a mí? ¿Y si vuelve, atenderá mis caprichos?¿Lo malo y bueno que en la tierra se mueve?¿Atenderá mi fantasía, ese ente que despierta en mi mente? Desde que le abrí la ventana a la musa, ella, va y viene. No importa la hora, es cuando ella quiere. Agradecida os quedo por acompañar mis risas, el piélago de mis lágrimas y mi rabioso enfado, por la injusticias y maltrato a todo ser que por la tierra vuele. Os invito a bracear por el caudal de mi río, por su corriente de agua y guijarros. En el vaivén musical de su risa y llanto, en su versículo largo... Deseosa, de que su perfume os impregne, y en el camino algún roto selle. Gracias a todos estimados amigos, por vuestra lectura y acogida. 

Carmen Silza

Una puerta prohibida

Un final incierto
mudez y lamentos
a punta de asaltos
un final de muerte
un presente sin vida,
cubierto de cieno sobre asfalto.
Todo depende 
de que nos toque la suerte
Los girasoles no miran al cielo
las flores se marchitan,
los brotes brotan sin futuro
ante una puerta prohibida.
Se habla de la Esperanza,
y la sentimos cautiva.
Es el deseo de mi hermano
cuando no encuentra salida,
en este mundo abolido;
entre desalientos
sin entrada ni salida.
Frente a una puerta,
para muchos prohibida.

Carmen Silza